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Los ocho pueblos más bonitos de España con calles empedradas que parecen salidos de un cuento

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La primavera es el momento idóneo para dejarnos caer por alguno de esos pueblos empedrados repartidos por nuestra piel de toro. España, tierra de contrastes y diversidad, alberga en sus rincones pueblos que parecen sacados de un cuento de hadas. Desde la costa hasta las montañas, pasando por valles y llanuras, cada región tiene sus propias joyas escondidas que sorprenden por su encanto y belleza.

1. Albarracín, Teruel

Enclavado en las colinas de Teruel, Albarracín emerge como un tesoro medieval perfectamente conservado. Sus calles empedradas serpentean entre casas de piedra rojiza, creando un laberinto que invita a perderse entre sus rincones. La imponente muralla que rodea el casco antiguo añade un aire de misterio y grandeza a este pueblo, mientras que sus vistas panorámicas desde lo alto son simplemente impresionantes. El pueblo está encaramado en un peñón y rodeado por el Guadalaviar. Por este lado y mirando hacia el río se hallan edificadas las casas colgadas. Albarracín, instalada en el interior de un meandro, es una ciudad de tipo espolón dentro de los tipos urbanos esenciales de al-Ándalus. La puerta de la ciudad se abre sobre la vertiente menos abrupta, donde con el tiempo se desarrolló un arrabal.

2. Urueña, Valladolid

En la vasta llanura de Castilla y León, entre campos dorados y cielos infinitos, se alza un pueblo que parece detenido en el tiempo: Urueña. Pero lo que hace a Urueña destacar entre los pueblos de la región no es solo su encanto medieval, sino su fascinante dedicación a la literatura, lo que le ha valido el título de 'Villa del Libro'. En los últimos años, este pequeño pueblo ha experimentado una auténtica revolución cultural, convirtiéndose en un oasis literario en pleno corazón de Castilla. Sus calles albergan numerosas librerías especializadas, hasta 12, en todo tipo de géneros y temas, desde la poesía hasta la historia, pasando por la literatura infantil y el arte. Cuenta con uno de los cascos urbanos mejor conservados de la provincia de Valladolid, ofreciendo a su visitante el aspecto de una pequeña ciudad medieval. Los orígenes de la villa se remontan a la época prerromana. Su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, está rodeado por una muralla medieval que aún se conserva en gran parte, ofreciendo una vista impresionante del paisaje castellano. Hoy en día, Urueña conserva el 80% del recinto amurallado que originalmente cercaba la población en su totalidad y encierra, en sí, una superficie de casi siete hectáreas, de forma irregular, articulando la población en torno a la calle que une las dos únicas puertas existentes en la misma: la del Azogue y la de la Villa.

3. Peratallada, Gerona

Entre los viñedos y los campos de olivos de la Costa Brava, se encuentra un pueblo que parece haber emergido de un cuento de hadas: Peratallada. Con sus calles adoquinadas, sus casas de piedra y su imponente castillo, este pequeño rincón de Cataluña encandila a quienes tienen el privilegio de descubrirlo. El origen de Peratallada se remonta al siglo X, durante la época medieval, y su nombre en catalán significa literalmente "piedra tallada", en referencia a las impresionantes construcciones de piedra que caracterizan el pueblo. Su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, está rodeado por una muralla medieval perfectamente conservada, que ofrece una visión única de la arquitectura defensiva de la época. Pasear por las estrechas calles empedradas de Peratallada es como dar un paso atrás en el tiempo, con sus casas de piedra con siglos de historia y sus plazas pintorescas que invitan a la contemplación y la reflexión. Destaca especialmente el castillo de Peratallada, una fortaleza del siglo XI que domina el paisaje y que ha sido testigo de innumerables batallas y acontecimientos a lo largo de los siglos.

4. Liérganes, Cantabria

El origen de Liérganes se remonta a tiempos ancestrales, siendo testigo de la historia y el devenir de los pueblos cántabros a lo largo de los siglos. Su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es un laberinto de callejuelas empedradas y plazas pintorescas donde cada esquina guarda una historia por descubrir. Destaca la arquitectura de sus casonas señoriales y palacetes, que dan testimonio de la prosperidad alcanzada durante su pasado mercantil. Uno de los iconos más emblemáticos de Liérganes es el famoso Hombre Pez, una escultura que representa la leyenda local del niño pescador Francisco de la Vega Casar, quien supuestamente fue capturado en 1674 y llevado ante el rey Carlos II debido a su peculiar habilidad para vivir bajo el agua. Esta leyenda ha trascendido el tiempo y se ha convertido en parte inseparable de la identidad del pueblo, siendo celebrada cada año en las fiestas patronales de San Roque. Tres acontecimientos hicieron prosperar al pueblo de Liérganes, el cultivo del maíz, la construcción de una fábrica de artillería, y el aprovechamiento de sus aguas sulfurosas mediante la construcción de un balneario. A fines del siglo XVII ya se utilizaban las aguas por los enfermos de las inmediaciones pero es a mediados del siglo XIX cuando el Balneario de Fuensanta, que así se llama, empieza a cobrar un protagonismo que ya a finales del siglo hace girar toda la vida de Liérganes en torno a él, creándose una estación de ferrocarril, un nuevo puente y dos paseos arbolados.

5. Alquézar, Huesca

Perdido en las profundidades de la sierra de Guara, Alquézar es un pueblo medieval que parece haber sido tallado en la roca misma. Sus estrechas calles serpentean entre casas de piedra dorada, creando un laberinto que invita a explorar cada rincón. Pero lo más impresionante de Alquézar son sus impresionantes vistas de los cañones y barrancos que lo rodean, convirtiéndolo en un paraíso para los amantes del senderismo y la naturaleza. El caserío de Álquézar se extiende a los pies de su castillo de origen islámico, convertido en colegiata tras la reconquista cristiana, mientras el río Vero atraviesa su último cañón antes de abrirse al valle. Del siglo XI quedan algunos tramos de muralla, la torre albarrana, las ruinas de una torre cuadrangular y algún fragmento de la iglesia románica integrado en el magnífico claustro del siglo XIV. Además, el Festival del Vino Somontano constituye una de las citas enoturísticas más relevantes de España. Se celebra en el mes de agosto y en el podrás escuchar música en directo, participar en la Muestra Gastronómica con exquisitas tapas y vinos de la D.O, o realizar talleres de catas y visitas a bodegas, entre otras muchas actividades.

6. Ansó, Huesca

Enclavado en el corazón de los Pirineos oscenses, Ansó emerge como una verdadera joya escondida entre majestuosas montañas y paisajes de ensueño. Este encantador pueblo, con sus calles empedradas y sus casas de piedra, seduce a todo aquel que tiene la fortuna de descubrirlo, ofreciendo una experiencia única que combina historia, naturaleza y tradición aragonesa. Su conjunto arquitectónico, uno de los mejores conservados del Pirineo aragonés, se estructura sobre la piedra, la madera y la teja propios de la zona, motivo por el que en 2005 fue declarado Bien de Interés Cultural. El empedrado tradicional, sus populares plazuelas, chimeneas centenarias, torre medieval o balcones llenos de personalidad harán que te sumerjas en este encanto montañés. En la localidad, además del español, se habla el ansotano, una variante de la lengua aragonesa utilizada en el Pirineo occidental. La gastronomía ansotana es otro de sus tesoros más preciados. En sus restaurantes y bares se pueden degustar platos tradicionales como el cordero a la pastora, el potaje de berzas o las migas aragonesas, todo ello acompañado de los mejores vinos de la región.

7. Morella, Castellón

Coronando una colina en el interior de Castellón, Morella es un pueblo fortificado que parece sacado de un cuento de hadas. Sus murallas milenarias y su imponente castillo dominan el paisaje, mientras que sus calles empedradas y sus casas señoriales transportan al visitante a tiempos pasados. Ciudad de paso, cruce de caminos, entre el valle del Ebro y el Mediterráneo, enlazando Cataluña, Aragón y Valencia, Morella ha sido testigo de importantes episodios para todas las civilizaciones que aquí han habitado. Desde la Prehistoria, tiempos del Neolítico, de la Edad del Bronce, íberos, romanos, musulmanes, judíos, cristianos... todos vieron en este lugar una fortaleza inexpugnable. El castillo de Morella, que domina un océano de montañas, ha sido una de las fortalezas más imponentes del Mediterráneo. Además de su impresionante patrimonio histórico, Morella también ofrece una exquisita gastronomía y unas vistas panorámicas que quitan el aliento. Desde enero de 2013 Morella forma parte de la red Los pueblos más bonitos de España.

8. Valverde de los Arroyos, Guadalajara

Enclavado en el corazón de la sierra de Ayllón, entre frondosos bosques de robles y hayas, se encuentra un pueblo cuyo casco antiguo es un laberinto de callejuelas estrechas, donde cada rincón guarda una historia por descubrir: Valverde de los Arroyos. Este pequeño rincón de la provincia de Guadalajara es conocido por su arquitectura negra, un estilo único que utiliza la pizarra como principal material de construcción, dándole a sus casas y edificios un aspecto oscuro y misterioso que contrasta con el paisaje verde que lo rodea. Destacan sus casas de piedra negra, con sus tejados a dos aguas y sus balcones de madera, así como su iglesia parroquial, dedicada a San Ildefonso, que data del siglo XVIII y es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura religiosa de la zona. Está catalogado como uno de Los Pueblos Más Bonitos de España desde el año 2013. En el municipio se encuentran las chorreras de Despeñalagua, una cascada con una caída de más de cien metros de altura.

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